Antes
de acabar el instituto, una de mis metas era poder pedir una beca Erasmus.
Sabía el país al que quería irme, y que, aunque parecía que quedaba mucho
camino por recorrer antes... luego no sería tanto.
Llegado
el momento, la pedí. Con una ilusión enorme pero siendo tal vez demasiado
realista, me convencí a mí misma de que tendría que esperar porque había pocas
plazas y no iban a dármela a mí. Al final, sí. Florencia. Mi ciudad, mi casa,
durante 10 meses.
Podría
escribir infinidad de cosas. Contar miles de anécdotas allí vividas, pero creo
que me quedaría corta.
Soy
de las personas que no logran entender, como muchos jóvenes estudiantes de mi
edad... teniendo esta gran oportunidad de salir de nuestro país para disfrutar,
aprender y conocer un poco de mundo, simplemente rehúsan este derecho. Cómo hay
estudiantes como yo, que prefieren volver a casa cada fin de semana sin mirar
un poco más allá y ver que el mundo, no termina en Isla Cristina.
Nuestra
casa siempre estará ahí, no se va a ir. Pero las oportunidades llaman a tu
puerta pocas veces en la vida y ahora que tenemos la oportunidad de seguir
creciendo y formándonos, tenemos que aprovecharlo.
El
mito Erasmus es, que no es una beca para estudiar. Qué no haces “ni el huevo”
en la facultad y que te pasan la mano, en las asignaturas. Qué te llevas todo
el día de fiesta y casi no sabes en el día de la semana que vives, porque todos
los días son sábados. Yo lo he vivido, y puedo asegurar, que la mayoría de las
cosas son ciertas.
Pero
nadie cuenta lo que se siente descubriendo una ciudad nueva, un país que no es
el tuyo... pero que consigues hacer tu casa. Tampoco cuentan, el apoyo que se
recibe de los compañeros que están igual que tú, perdidos, aparentemente
solos... pero que, a los dos días, has conocido a 100 personas y has encontrado
a 3 amigos. No cuentan que tendrás amigos repartidos por toda Europa y con
suerte, en el resto del mundo. Que aprendes una lengua nueva (unos mejor que
otros, es cierto...) pero sabes sacarte las castañas del fuego tu solo.
No
te dicen cómo te hace sentir, aprender y vivir otra cultura, otras costumbres.
Lo bonito que es volver a casa por navidad y que todos te estén esperando.
Salir un día tras otro con una sonrisa en la cara, porque la ciudad es tuya.
Ver cómo la gente que vive allí, te acogen como uno más, con mil y una
preguntas sobre España.
Porque
sobre todo, una Erasmus es una experiencia de vida, que pasa una vez... que se
acaba, y no vuelve. Te hace crecer como persona, te ayuda a viajar y a conocer
lugares en los que nunca pensaste que estarías. A ser más tolerante con los
demás, a saber apreciar cosas que en otras circunstancias ni imaginarías. Te da
la oportunidad de vivir esos meses como quieres vivirlos, llenándote los
bolsillos de EXPERIENCIAS, que solo tú vas a comprender.
……………………………………………………………………………..Sé
Erasmus!!!!
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