Aunque he vivido la mayor parte de mi vida en este, nuestro querido pueblo, y me considero isleño como el que más, nací en Ayamonte. Con dos años nos mudamos a Palos de la frontera, un año después a Lepe y por fin, con nueve años, llegue a Isla, donde ingresé en el CEIP Ntra. Sra. de los Ángeles (Ángel Pérez). Cursé la ESO y el Bachillerato en el IES P. J. Miravent, donde mis expectativas de futuro eran las de realizar Arquitectura técnica, ya que el dibujo técnico era de mis asignaturas favoritas.
Cuando llegó la hora y realicé la Selectividad, no obtuve la nota para dicha carrera. Se me presentó entonces un problema, ya que por aquel entonces esa era mi única opción viable. Al no saber dónde “meterme” opté por irme a Huelva para realizar la diplomatura de Ingeniería Técnica Industrial (Esp. En Electricidad). Este paso fue un error en mi carrera (por decirlo de alguna manera, puesto que no considero que sea un error, pues todas y cada una de nuestras vivencias son las que nos hacen ser lo que somos actualmente), ya que supuso un año académico perdido: en el posterior mes de mayo, acabaría dejando la carrera y volviéndome a Isla. Ese no era mi sitio.
Dicen que de tal palo, tal astilla, y en mi caso se cumple. Por un lado mi hermano Rubén tenía claro que quería estudiar Magisterio de Educación Física y, por otro, mis padres son profesor y maestra, por lo que pensé que podría ser una buena opción y de las posibilidades barajadas, hoy puedo decir que fue la mejor elección posible.
Por tanto, pasé de querer estudiar fuera de Huelva Arquitectura técnica, a quedarme en nuestra ciudad y acabar siendo maestro.
Tras esos tres años de magisterio, se me volvía a presentar otra vez la pregunta, “¿y ahora…qué? Oposiciones de Primaria, oposiciones de Educación Física, Máster de Educación Física, otra carrera… muchas eran las posibilidades que tenía, y otra vez pienso que tomé la decisión correcta.
Opté por matricularme en Psicopedagogía. Si bien es cierto que es una carrera donde se aprenden gran cantidad de conocimientos y habilidades para trabajar en un futuro con niños y niñas, no es una carrera que me termine de agradar verdaderamente. Pero no por ello me siento descontento, al contrario. Esta nueva posibilidad de seguir estudiando una nueva carrera me permitirá, una vez acabada, tener otro título más en mi currículum y de ese modo puntuar más alto una vez que me presente a las oposiciones de Magisterio, que es mi meta a lograr.
Por otro lado, el haberme matriculado en Psicopedagogía me ha devuelto la oportunidad que dejé escapar en Magisterio, realizar un año de ERASMUS.
Es aquí donde acabo con el relato de mi experiencia personal y donde me gustaría dejar algún consejo. Actualmente me encuentro de Erasmus en Bologna, Italia. No podría describir con palabras lo que esta experiencia está siendo para mí, y solamente llevo tres de los nueve meses de duración que tiene. Mucha gente piensa que la Erasmus es un año entero de fiestas, cachondeo y poco más, pero tiene “algún” añadido que otro. Esa posibilidad de conocer nuevas culturas, convivir con gente con las mismas inquietudes que tú, poder viajar por toda Europa, enfrentarte a una nueva cultura y lenguaje y disponer de una libertad y autonomía que no tenemos completamente en casa, es algo que deberíais vivir todos y cada uno de vosotros. Se está muy bien en Isla Cristina o en Huelva, pero mi consejo es que no tengáis miedo de salir fuera y conocer, ese es mi consejo.
Con ese consejillo me despido, gracias a todos por leerlo y a Iván por invitarme a escribir en este blog. Un saludo y os espero en Bologna (siempre y cuando llevéis con vosotros unas latitas de conservas isleñas).
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